¿Cómo vestía la gente de Apaseo el Alto?


Así como el lenguaje, la alimentación, las tradiciones, son parte de la identidad de los pueblos, también la forma de vestir a través de los tiempos forma parte de su patrimonio cultural intangible.

En la Nueva España, en Apaseo el Alto como en las poblaciones aledañas a su jurisdicción, existía una forma de cubrirse, protegerse y diferenciarse del resto de las poblaciones, que regularmente conforme más lejanas se ubicaban, más grandes diferencias se evidenciaban.

Regularmente la forma de vestir de los habitantes de una población es un acto voluntario que depende de su condición social, estado civil, económico y de diferenciación sexual o laboral.

Sin embargo, en la Nueva España los peninsulares no permitían que sus subyugados vistieran igual que ellos; lo más que podían autorizar, era otorgarle a los indígenas que les ayudaron en la conquista de algunos pueblos, las prerrogativas de vestir a la usanza de cómo lo hacían ellos y el resultado fueron las caricaturescas vestiduras de caciques – traidores diría yo- como Hernando de Tapia -Conín- o Nicolás de San Luis Montañés, quienes en algunas pinturas que se hicieron de ellos, aparecen con vestiduras con flecos, cintillas, orlas, telas almidonadas y no sé cuántas cosas más que les ataviaban.

La gente común, el populacho, también evidenció una transformación hasta cierto punto inducida, pues antes de la llegada de los españoles, tanto hombres como mujeres de ésta región del Bajío, las diferentes tribus Chichimecas usaban un mínimo de ropa para cubrirse principalmente sus órganos sexuales -sus vergüenzas- decían los españoles.

Entre los indígenas precortesianos no existía el pudor como lo interpretaban los europeos, pues andar desnudos no era por ausencia de recato, deshonestidad o perversión. Para las culturas indígenas no existía el escándalo por mantenerse casi como los había parido su madre. Fue hasta la llegada de los españoles que paulatinamente se fue dando la costumbre inducida de vestir completamente su cuerpo.

Por supuesto que entre los indígenas también había trajes de gala como hasta la fecha; los escritos de los primeros Cronistas novohispanos describen hermosos Huipiles que usaban las mujeres y que por fortuna algunos pueblos indígenas aún los preservan.

El pueblo de Apaseo el Alto al igual que todos aquellos que eran cruzados a lo largo de sus asientos por el Camino Real de Tierra Adentro, sufrían más transformaciones en sus costumbres, pues en ese caso, la forma de vestir era más fácilmente influenciada por la constante trashumancia de gentes por esas históricas vías.

Los españoles se quejaron hasta el cansancio de los ataques y asaltos de los Chichimecas, quienes les hurtaban las cargas de las diligencias y carruajes, pero los indígenas no usaban los metales preciosos, jabones, fragancias, abarrotes ni la ropa que portaban las damas españolas; el ropaje fruto de los asaltos a las caravanas españolas la empleaban para mofarse de ellos, disfrazándose durante sus mitotes, haciendo burla y parodias de los vestuarios y sus costumbres. De ahí proceden la mayoría de los vestuarios de las danzas folclóricas tradicionales.

Los coloridos de la indumentaria de sus antepasados, los indígenas los incorporaron a su vestimenta multicolor y brillante; listones de todos los matices y seleccionados por el estado civil o nivel de autoridad de quien lo portaba.

De Apaseo el Alto se había intentado asegurar que era un pueblo de origen purépecha, pero no existe antecedente que insinúe siquiera la posibilidad de que así fuera, pues no hay vestigios de sus casas habitación, lenguaje, nombre prehispánico, tradiciones, rasgos fenotípicos que sustenten la teoría y la vestimenta a la usanza otomí, confirma su origen.

Así, la forma de vestir de nuestros antepasados Apaseoaltenses se podría describir, partiendo de las crónicas que describen a los pobladores de la zona, antes del arribo de los españoles, pero el interés de éste artículo es el de recrear y difundir la forma de vestir de las últimas generaciones, aquellas imágenes que aún recuerdan nuestros abuelos, del final del siglo XIX y mediados del siglo XX, pues no tengo a mi alcance los archivos para dilucidar sobre épocas anteriores a las citadas.

Hace algunos años, la diferencia entre la forma de vestir entre la gente del medio rural y la urbana se evidenciaba de inmediato. En la actualidad, esa discrepancia en el vestuario de la gente aparentemente pobre y la supuestamente rica, no hay contraste alguno…a veces para detectar la discrepancia entre unos y otros, solo hay que escucharlos hablar, pues entre la gente del medio rural aún prevalece el uso del castellano antiguo.

Entraré en materia de la descripción de la indumentaria del Apaseoaltense:

“La indumentaria de los hombres humildes de Apaseo el Alto en la época porfiriana era: calzón y camisa de manta, sombrero de trenza y Patío o taparrabo; huarache cruzado de una suela” ¡Qué pobre era nuestra indumentaria!

“La indumentaria de la mujer indígena de Apaseo el Alto era: camisa y enaguas de manta y sin calzado; algunas usaban enaguas de percal cambaya de distintos colores y su inseparable rebozo, prenda indispensable de la mujer. Así vestía la mayoría”

“También la clase humilde tenia vestidos domingueros y para sus fiestas tradicionales, que consistía en sacos ajustados a la cintura, con mangas de olán; enaguas hasta el suelo, de olanes, percales de colores muy vistosos, su tradicional rebozo y zapatillas de cuero de perro o tejón, propios para ese tipo de zapatos” – Domingo Galván Malagón.

Dicen que durante la Segunda Guerra Mundial, en los Estados Unidos se fabricó una tela muy resistente para hacer tiendas de campaña, mochilas y otros objetos para los soldados, a la que denominaron “Mezclilla”. Fue tal el exceso de tela fabricada que una vez terminada la guerra tuvieron sus almacenes repletos de aquello, que se vieron en la necesidad de darle alguna utilidad y decidieron utilizarla en la fabricación de pantalones para uso rudo; terminaron haciendo pantalones con bolsas por todos lados: atrás, por los lados, en el pecho, para que los usaran los obreros y mecánicos; a esos pantalones los llamaron pantalones de “Peto o de Pechera”.

Esos pantalones eran casi un castigo para quien los usaba: eran ásperos, durables, comunes, así que la gente acomodada no los usaba; estaban destinados para la gente humilde, como la mayoría de los habitantes de Apaseo el Alto y ese pantalón se convirtió en moda, un estilo de vida, una forma de vestir que marcó toda una época.

No existe fotografía de la época de los cuarenta en que no aparezca un solo habitante con ese tipo de pantalón. Es nostálgico ver fotografías en las que los habitantes de Apaseo el Alto y del medio rural, se encuentre realizando trabajos de modernización del pueblo, vestidos con sus ropas de manta, envueltos en sus Patíos y rodeados de hombres con sus pantalones de pechera, ropa que en la actualidad está muy bien cotizada y que se exhibe en los grandes almacenes transnacionales de ropa para dama y caballero.

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Este artículo es propiedad de su autor, el historiador de Apaseo el Alto: Francisco Sauza Vega. El texto original se incluye en la recopilación: “Apaseo el Alto, sus cuentos, costumbres, tradiciones y leyendas”, publicado en 2013.

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